
El 24 de marzo del año 1976, en la República Argentina, comenzó una de las etapas más oscuras que vivió la nación. Las desapariciones forzadas, las torturas y los asesinatos hacía los/las habitantes del país se hicieron presentes a manos de quienes tomaron el gobierno tras un golpe de estado liderado por Jorge Rafael Videla, ex militar y dictador, quien fue responsable de miles de crímenes de lesa humanidad, incluyendo además violaciones, partos en cautiverio y robo de bebés.
Hasta el día de hoy, las consecuencias de su régimen siguen marcando a la sociedad argentina.
Desapariciones forzadas
Desde el punto de vista pericial, basándonos en la definición que establece la ley 26.298, se considera como desaparición forzada a aquel secuestro, arresto, detención u otro acto que te sustraiga la libertad y te prive de protección de un juez al no informar ni donde estás ni tu situación (Ministerio de Justicia, 2007).
La misma ley también plantea que: “No importa si lo hace un representante del Estado o un grupo de personas con o sin apoyo del Estado. Siempre es un delito y se considera un crimen de lesa humanidad” (Ministerio de justicia, 2007, art. 2).
Las ciencias forenses en la búsqueda de personas desaparecidas
Según Somigliano y Olmo (2002) los procesos para recuperar una identidad de una persona desaparecida o el cadáver de una persona sin identidad dependen de articular aquellos indicios que se hallan en el cadáver, en los restos biológicos o en el lugar donde pudo haber estado la persona buscada con una identidad socio-jurídica asociada a los mismos, tal como lo describe el principio criminalístico de correspondencia de características.
Para la búsqueda o la reconstrucción de una identidad perdida se utilizan técnicas y saberes que van a permitir establecer y comprobar dicha identidad recurriendo también a criterios judiciales, médicos, forenses y familiares (Guglielmucci, 2017). La antropóloga e investigadora adjunta del CONICET, Ana Guglielmucci (2017) nos dice que: “Este proceso consta de al menos tres instancias de investigación relacionadas entre sí: 1) preliminar o antemortem, 2) arqueológica o perimortem (exhumación) y, 3) antropológica o análisis de laboratorio” (p. 113).
En dichas etapas necesariamente deben intervenir varias disciplinas que en su saber aporten los conocimientos y las técnicas que van a ser necesarias para poder hallar a una persona desaparecida y posteriormente devolverle la identidad, como pueden ser: la medicina forense, la criminalística, la criminología, la psicología forense, la antropología y la odontología forense, entre otras.
Por ejemplo, un método muy utilizado dentro del campo de la psicología forense es la autopsia psicológica, la cual es definida por Teresita García Pérez (2007) como “un método de exploración retrospectiva e indirecta de la personalidad y la vida del occiso a través de la entrevista a terceras personas”.
Su aplicación en casos de personas desaparecidas, se remite a una iniciativa del Lic. Javier Chilo, por ese entonces psicólogo de la Dirección General de la Policía Judicial de la Provincia de Córdoba, quien consultó a la Dra. García Pérez acerca de la viabilidad de aplicar el método en este tipo de casos, quien dio su aval y consentimiento para ello.
La exploración indirecta de la persona ausente -ya sea fallecida o desaparecida- se reconstruye desde una perspectiva psicosocial, donde cobra importancia el aporte del trabajo interdisciplinario que realiza la exploración, registro e interpretación científica de los indicios recolectados.
Al respecto, se puede decir que los seres humanos denotan aspectos de sí mismos en sus gustos y producciones personales, en los lugares que habitan y se desenvuelven. Dejan su impronta en las acciones que realizan, las interacciones y relaciones que establecen, como asimismo en la modalidad de afrontamiento en situaciones de estrés.
Un psicólogo especializado en perfilación es capaz de identificar esas huellas subjetivas que la persona ha dejado y decodificarlas para acercarse a la comprensión integral de ella y las circunstancias que atravesaba en un momento determinado de su vida y así arribar a un diagnóstico presuntivo que contemple variables históricas, situacionales y contextuales, considerando la posibilidad de riesgo autolesivo y/o sospechoso de criminalidad, permitiendo comprender la etiología, dinámica y circunstancias del hecho que se investigue.
Efectos psicosociales de la desaparición
La desaparición forzada en palabras de Gatti (2011) es considerada como “una catástrofe para la identidad y el lenguaje moderno, ya que produce un desajuste permanente entre las palabras y las cosas, convirtiendo a este desajuste en estructura, haciendo de la ambivalencia un valor y de la anomia la norma” (p. 35-36). Por su parte, Judith Butler (2020) expone que "el duelo por un cuerpo desaparecido se convierte en un conflicto político cuando ciertas vidas no son reconocidas como dignas de ser lloradas.
La ausencia del cuerpo impone límites a la práctica reparadora del duelo ya la exigencia de justicia" (Butler, 2020, p. 52).
¿En qué circunstancias es posible llorar una vida perdida?
Este interrogante pone de manifiesto la necesidad de cuestionar críticamente la manera en la que el lenguaje reproduce formas de poder, que evidencian la injusticia de la pérdida e imposibilitan los procesos de duelo público de ciertas vidas que no son reconocidas como tal.
¿Qué es el Banco Nacional de Datos Genéticos?
El BNDG es un archivo público y sistemático de material genético y muestras biológicas de familiares de personas secuestradas y desaparecidas durante la última dictadura militar. Fue impulsado por las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes lideraron una lucha incansable para recuperar la identidad de sus nietas y nietos, víctimas del plan sistemático de apropiación de bebés llevado adelante por el terrorismo de Estado.
Juicio a las juntas: el testimonio de Clyde Snow
Aquel día el antropólogo pidió permiso al tribunal para mostrar unas diapositivas mientras daba su declaración. Cuando los abogados de los militares acusados vieron los huesos proyectados en la tela blanca, abandonaron la sala. Clyde Snow declaró: “Este es el orificio de entrada, este el de salida y es evidente que la causa de muerte fue el impacto de bala”. La prueba era irrefutable: un cráneo fracturado por el proyectil de un revólver.
La labor del antropólogo no sólo había sido desenterrar los huesos de las personas desaparecidas sino que levantar todas las evidencias científicas que durante el juicio contradijeron la versión oficial de los generales y almirantes imputados.
Tal evidencia demostraba que a esos jóvenes desaparecidos se les había dado muerte mediante ejecuciones pensadas y no enfrentamientos entre militantes y militares. Los cráneos agujereados con impactos de proyectiles por la espalda eran signos irrefutables de aquel acontecimiento (BBC, 2016).
"En el futuro ya nadie podrá versionar esta verdad, porque es científica" (Clyde Snow, fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense).