Adicciones, drogas inyectables y HIV, una problemática que pega cada vez más fuerte en Argentina

El Defensor del Pueblo adjunto, Walter Martello, analizó los datos de esta realidad. “Se trata de un acuciante problema salud pública”, aseguró.

Los últimos indicadores oficiales muestran un preocupante incremento de los casos de diagnóstico tardío de VIH/Sida en la Argentina. La tasa más elevada -pasó 53 al 62% en los últimos cinco años- se registra en los casos de transmisión por el uso compartido de agujas y jeringas. En nuestro país, el 63% de las personas que consumen estupefacientes por vía intravenosa, con fines no terapéuticos, se inyecta cocaína, por lo que se torna indispensable la necesidad de instalar y desarrollar programas de prevención y de reducción de daños.
“Las personas que consumen drogas inyectables, sin la prevención adecuada, no solo puedo sufrir sobredosis y desarrollar fuertes adicciones, sino que también corren 22 veces mayor riesgo de contraer el VIH y otras enfermedades infecciosas. Se trata de un acuciante problema salud pública, cuya gravedad se incrementa año tras año en la Argentina, poniendo en evidencia la alarmante ausencia de programas y políticas públicas de asistencia y de prevención que sean consistentes y perdurables”, destacó el Defensor del Pueblo adjunto bonaerense, Walter Martello, que está a cargo del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos del organismo que conduce Guido Lorenzino.
En esa línea, sostuvo que quienes incurren en este tipo de consumo problemático, por lo general, se inyectan sustancias psicotrópicas (o psicoactivas) con finalidades no terapéuticas. Estas drogas pueden ser opioides, estimulantes anfetamínicos, cocaína, somníferos, sedantes y alucinógenos. La inyección puede administrarse por vía intravenosa, intramuscular y/o subcutánea. No se incluye en esta definición a las personas que se inyectan medicamentos con fines médicos, ni a quienes se aplican sustancias no psicotrópicas como pueden ser esteroides -u otras hormonas- para modelar el cuerpo o para mejorar el desempeño atlético.
Según el último relevamiento realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (ex Sedronar), la sustancia más consumida por vía inyectable con fines no terapéuticos en nuestro país es la cocaína, dado que el 63,3% de quienes han hecho esta práctica alguna vez en su vida han mencionado dicha sustancia. Asimismo, la morfina, petidina (medicamento que se usa para tratar el dolor que va de moderado a grave) o similares, se ubican como el segundo tipo de sustancia más consumida por vía inyectable.
Al analizar el perfil de quienes han consumido drogas por vía inyectable alguna vez en la vida en la Argentina, se observa que la mayor proporción corresponde a varones (80%) y a personas de 25 a 49 años de edad (66%). El informe de la ex Sedronar, no obstante, también registra casos entre 12 y 17 años (representan el 1,6%), al tiempo que en el grupo etario más avanzado, de 50 a 65 años, se encuentra el 10,2% de los usuarios de sustancias por vía intravenosa. Los propios datos oficiales dan cuenta que, aunque la mayor proporción de usuarios tiene una mediana edad, este tipo de consumo se encuentra presente en todos los tramos etarios.  Respecto a las mujeres, la mayoría de las usuarias tiene entre 35 y 49 años. Pero aún así, más del 22%, es decir 2 de cada 10 que alguna vez en la vida se han inyectado, tiene menos de 25 años.

Transmisión de enfermedades infecciosas

Consumir drogas por vía intravenosa, con fines no terapéuticos, hace rato que dejó ser una problemática que sólo se veía en las películas y/o documentales que retratan los padecimientos de los adictos a la heroína en Estados Unidos, Canadá o en las naciones más prósperas de Europa. Es una realidad instalada, con fuerza, en la Argentina, lo que a su vez contribuye a la proliferación de enfermedades infecciosas como HIV/SIDA y hepatitis.
De acuerdo con el último boletín epidemiológico sobre el VIH, Sida e Infecciones de Transmisión Sexual en la Argentina, publicado en diciembre de 2019 por el Ministerio de Salud de la Nación[1], los porcentajes de diagnóstico tardío de HIV muestra su mayor magnitud en los casos en que se ha constatado el contagio por el uso compartido de agujas, jeringas y/o otros elementos del equipo de inyección.
Concretamente, mientras que durante el período 2013/2014 el 53% de los varones que se habían contagiado HIV por haber compartido material para inyectarse tuvieron un diagnóstico tardío, la tasa llegó 62% en 2018.
Martello recordó que, mediante una resolución aprobada el 8 de junio de 2016, la Asamblea General de las Naciones Unidas ha remarcado la falta de progresos en la reducción de la transmisión del VIH entre las personas que consumen drogas, en particular, las que se inyectan drogas. En ese sentido, la ONU propuso a los Estados nacionales la adopción de políticas públicas basadas en la reducción de daños, es decir, que apunten a la disminución de las consecuencias negativas del consumo de drogas
La reducción de daños incluye variadas estrategias aplicadas en distintas partes del mundo. Las más difundidas son los programas de cambio de jeringas y las iniciativas de sustitución de drogas para los adictos a los opiáceos  (metadona o naloxona,) que han permitido -en algunas regiones- poner un freno a las adicciones, y reducir los casos de muerte por sobredosis, como así también el contagio de VIH y hepatitis. La reducción de daños abarca también la educación e información. Se busca instruir a los usuarios sobre las formas de desinfección de los equipos de inyección y cómo prevenir la sobredosis.

Acceder al informe completo: https://cutt.ly/4ryxP2J