Cada vez vemos más imágenes, conocemos más casos cercanos o, directamente, los vivimos en carne propia.
El acoso escolar, también llamado bullying, es un comportamiento prolongado de insultos verbales, rechazo social, intimidación psicológica o agresión física de un niño o niña o más hacia otro u otra que se realiza en reiteradas oportunidades. Se trata de una problemática que se ve en las escuelas, pero que tiene múltiples derivaciones.
Cada 2 de mayo se celebra el Día Mundial contra el Acoso Escolar, con la intención de darle visibilidad al riesgo que esto supone, como así también para pensar las mejores estrategias para evitar estas situaciones que afectan a niños, niñas y adolescentes y sus familias.
Ahora bien, ¿cómo darnos cuenta rápidamente que estamos ante un caso de acoso escolar? Hay ciertas luces de alarma, desde señales físicas como evidencia de golpes, rasguños, arañazos o moretones, hasta cambios llamativos de humor o comportamiento, más irritabilidad, ansiedad o sensibilidad, baja autoestima y retraimiento, y más agresividad contra sí mismos u otros.
También se puede evidenciar al observar estrés y ansiedad, dolores de cabeza, de panza, diarrea, cambios en la alimentación, pérdida repentina del apetito o una ingesta excesiva e incluso tartamudez, y trastornos del sueño como el insomnio, pesadillas o que quieren dormir todo el día para aislarse.
Otro de los indicadores es el "Síndrome del domingo a la tarde", que es un rechazo contundente a la idea de volver a la escuela al día siguiente, lo que puede estar acompañado de llanto o dolores psicosomáticos.
En los establecimientos educativos también hay indicadores que nos pueden señalar que niños o niñas sufren acoso escolar: no quieren ir a clases, ni a actividades relacionadas con la escuela, como cumpleaños o salidas extraescolares; cambios abruptos en el rendimiento escolar; no ir al patio durante el recreo y evitar hacer trabajos grupales; o tienen problemas para concentrarse que antes no tenían.
Además, no comparten programas fuera del horario escolar y no quieren invitar a nadie a la casa; se quejan de que los cargan, de que son el blanco de burlas, insultos o agresiones; piden dinero extra o empiezan a robarlo (para pagarle a quien hostiga); y pierden la tarea, los útiles escolares, el dinero o la merienda sin ninguna justificación lógica.
Ante este escenario de alta complejidad, la Defensoría del Pueblo bonaerense lleva adelante una serie de estrategias para minimizar los conflictos en el aula que afectan a niñas, niños y adolescentes. Para eso realiza talleres y charlas en instituciones y escuelas, mediante el uso de dispositivos y materiales pedagógicos y audiovisuales.
Para eso, el organismo que conduce Guido Lorenzino cuenta con un Área de Conflictos Escolares, que lleva estas propuestas a diferentes ciudades de la Provincia. En estos encuentros realiza charlas para las y los menores como para padres y madres, en los que se abordan cuestiones de agresión, acoso o bullying.
Para solicitar talleres o charlas, se debe enviar un correo electrónico a: convivenciaescolar.defensoria@gmail.com
Cada 2 de mayo se celebra el Día Mundial contra el Acoso Escolar, con la intención de darle visibilidad al riesgo que esto supone, como así también para pensar las mejores estrategias para evitar estas situaciones que afectan a niños, niñas y adolescentes y sus familias.
Ahora bien, ¿cómo darnos cuenta rápidamente que estamos ante un caso de acoso escolar? Hay ciertas luces de alarma, desde señales físicas como evidencia de golpes, rasguños, arañazos o moretones, hasta cambios llamativos de humor o comportamiento, más irritabilidad, ansiedad o sensibilidad, baja autoestima y retraimiento, y más agresividad contra sí mismos u otros.
También se puede evidenciar al observar estrés y ansiedad, dolores de cabeza, de panza, diarrea, cambios en la alimentación, pérdida repentina del apetito o una ingesta excesiva e incluso tartamudez, y trastornos del sueño como el insomnio, pesadillas o que quieren dormir todo el día para aislarse.
Otro de los indicadores es el "Síndrome del domingo a la tarde", que es un rechazo contundente a la idea de volver a la escuela al día siguiente, lo que puede estar acompañado de llanto o dolores psicosomáticos.
En los establecimientos educativos también hay indicadores que nos pueden señalar que niños o niñas sufren acoso escolar: no quieren ir a clases, ni a actividades relacionadas con la escuela, como cumpleaños o salidas extraescolares; cambios abruptos en el rendimiento escolar; no ir al patio durante el recreo y evitar hacer trabajos grupales; o tienen problemas para concentrarse que antes no tenían.
Además, no comparten programas fuera del horario escolar y no quieren invitar a nadie a la casa; se quejan de que los cargan, de que son el blanco de burlas, insultos o agresiones; piden dinero extra o empiezan a robarlo (para pagarle a quien hostiga); y pierden la tarea, los útiles escolares, el dinero o la merienda sin ninguna justificación lógica.
Ante este escenario de alta complejidad, la Defensoría del Pueblo bonaerense lleva adelante una serie de estrategias para minimizar los conflictos en el aula que afectan a niñas, niños y adolescentes. Para eso realiza talleres y charlas en instituciones y escuelas, mediante el uso de dispositivos y materiales pedagógicos y audiovisuales.
Para eso, el organismo que conduce Guido Lorenzino cuenta con un Área de Conflictos Escolares, que lleva estas propuestas a diferentes ciudades de la Provincia. En estos encuentros realiza charlas para las y los menores como para padres y madres, en los que se abordan cuestiones de agresión, acoso o bullying.
Para solicitar talleres o charlas, se debe enviar un correo electrónico a: convivenciaescolar.defensoria@gmail.com