Mario comenzó a tener dudas sobre su identidad, pero encontró algunos obstáculos y en un momento perdió las esperanzas de saber quién era verdaderamente. Siempre pensó que por las fechas y circunstancias de su nacimiento podría ser hijo de personas desaparecidas por la fuerza durante la última dictadura.
Esa búsqueda lo llevó a Posadas, aunque luego de atravesar experiencias desalentadoras terminó por bajar los brazos. Hasta que apareció la Defensoría, quien gracias al trabajo con Abuelas de Plaza de Mayo le permitió retomar la investigación sobre sus orígenes.
¿Pero qué papel jugó la Defensoría del Pueblo bonaerense en este recorrido? Desde 2017 encabezamos una coordinación interinstitucional inédita en la búsqueda de identidad y orígenes biológicos.
Todo surgió a partir de un acuerdo con Abuelas que nos permitió convertirnos en el primer organismo público facilitador de gestiones ante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), expandiendo el alcance de la búsqueda de los nietos y nietas que aún faltan identificar.
Esto significa que la Defensoría y sus más de 50 delegaciones tienen la facultad de acompañar a las personas que tengan dudas sobre su identidad en el inicio de la investigación documental y, eventualmente, la genética que realiza la CONADI para las personas nacidas entre 1975 a 1983.
Además, trabajamos junto a las defensorías de CABA y Nación, con quienes compartimos recursos e información para evitar que las personas redunden en entrevistas y búsquedas infructuosas, y optimizamos los datos que las distintas instituciones han cosechado durante sus años de actuación. Esto significa una mejor gestión de quienes soliciten esta información, dependiendo de su lugar de origen y su residencia.
Tal fue el caso de Mario, que gracias al contacto con la Defensoría, y aún estando en Misiones, pudo ponerse en contacto con la CONADI para iniciar la investigación correspondiente. Nuestro papel fue clave para que Mario pudiera recuperar la confianza, y acceder directamente al formulario de presentación espontánea de la Comisión, de manera remota y sin mediar inconvenientes.
Todo surgió a partir de un acuerdo con Abuelas que nos permitió convertirnos en el primer organismo público facilitador de gestiones ante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), expandiendo el alcance de la búsqueda de los nietos y nietas que aún faltan identificar.
Esto significa que la Defensoría y sus más de 50 delegaciones tienen la facultad de acompañar a las personas que tengan dudas sobre su identidad en el inicio de la investigación documental y, eventualmente, la genética que realiza la CONADI para las personas nacidas entre 1975 a 1983.
Además, trabajamos junto a las defensorías de CABA y Nación, con quienes compartimos recursos e información para evitar que las personas redunden en entrevistas y búsquedas infructuosas, y optimizamos los datos que las distintas instituciones han cosechado durante sus años de actuación. Esto significa una mejor gestión de quienes soliciten esta información, dependiendo de su lugar de origen y su residencia.
Tal fue el caso de Mario, que gracias al contacto con la Defensoría, y aún estando en Misiones, pudo ponerse en contacto con la CONADI para iniciar la investigación correspondiente. Nuestro papel fue clave para que Mario pudiera recuperar la confianza, y acceder directamente al formulario de presentación espontánea de la Comisión, de manera remota y sin mediar inconvenientes.
Este acompañamiento y asesoramiento en la búsqueda a personas que dudan sobre su identidad, junto a otros organismos de derechos humanos, se basa en la convicción de que existe una necesidad histórica de reparar el daño causado por el terrorismo de Estado y de restituir la identidad a quienes les fue robada.
El derecho a la identidad es la madre de todos los derechos, y esta idea cobra fuerza cada 24 de marzo, cuando conmemoramos el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Que todavía existan personas que buscan saber quiénes son significa que la herida sigue abierta, y el Estado tiene la obligación de ofrecer todas las herramientas a su alcance para que este recorrido se dé por el camino más directo.
Mario no se llama Mario, ese es el nombre que le dimos para proteger su identidad. Pero puede que en realidad sí se llame Mario, que ese haya sido el nombre que dos personas eligieron para darle a su hijo hasta que la dictadura se las llevó. Hoy la Defensoría tiene el compromiso de colaborar para que esas preguntas tengan respuestas. Son muchas las personas que todavía necesitan saber quiénes son, cuál es su historia. Tenemos la obligación de ayudarlas.
El derecho a la identidad es la madre de todos los derechos, y esta idea cobra fuerza cada 24 de marzo, cuando conmemoramos el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Que todavía existan personas que buscan saber quiénes son significa que la herida sigue abierta, y el Estado tiene la obligación de ofrecer todas las herramientas a su alcance para que este recorrido se dé por el camino más directo.
Mario no se llama Mario, ese es el nombre que le dimos para proteger su identidad. Pero puede que en realidad sí se llame Mario, que ese haya sido el nombre que dos personas eligieron para darle a su hijo hasta que la dictadura se las llevó. Hoy la Defensoría tiene el compromiso de colaborar para que esas preguntas tengan respuestas. Son muchas las personas que todavía necesitan saber quiénes son, cuál es su historia. Tenemos la obligación de ayudarlas.