La decisión del Senado nacional de convertir en ley el proyecto que permite el uso de cannabis medicinal en la Argentina, “es un avance histórico en la lucha de pacientes, familiares y sectores de la comunidad médica y científica, que defienden su uso terapéutico para el tratamiento de dramáticas enfermedades”
La decisión del Senado nacional de convertir en ley el proyecto que permite el uso de cannabis medicinal en la Argentina, “es un avance histórico en la lucha de pacientes, familiares y sectores de la comunidad médica y científica, que defienden su uso terapéutico para el tratamiento de dramáticas enfermedades”, sostuvo hoy el Defensor del Pueblo Adjunto en Derechos Humanos y Usuarios de Servicios de Salud, Marcelo Honores.
La norma, que ya contaba con el aval de la Cámara Baja, pone en marcha en el país la investigación médica y científica en la materia, y garantiza el acceso gratuito al aceite que se extrae de la planta de cannabis, que en un principio se importará desde los Estados Unidos hasta tanto se produzca en el país.
Honores entendió que el nuevo marco legal no hace más que “ampliar el derecho a la salud de las personas que hasta ahora venía sufriendo crueles enfermedades sin la posibilidad de acceder a tratamientos alternativos en aquellos casos que no respondían a las terapias convencionales”.
El aceite de cannabis generalmente se usa para aplacar dolencias o tratar convulsiones; para enfrentar mejor un cáncer o el VIH; en algunos casos es recomendado para combatir cuadros de esclerosis múltiple, artritis, glaucoma, dolor crónico, la enfermedad de Alzheimer, mal de Parkinson, depresión, epilepsia refractaria o autismo, entre otros.
De esta forma, Honores se suma al beneplácito de organizaciones como Mamá Cultiva o Cameda, que “promovieron y lucharon para que la Argentina, de una vez por todas, tenga una legislación que permita y regule el uso del aceite de cannabis con fines medicinales”
La norma, que ya contaba con el aval de la Cámara Baja, pone en marcha en el país la investigación médica y científica en la materia, y garantiza el acceso gratuito al aceite que se extrae de la planta de cannabis, que en un principio se importará desde los Estados Unidos hasta tanto se produzca en el país.
Honores entendió que el nuevo marco legal no hace más que “ampliar el derecho a la salud de las personas que hasta ahora venía sufriendo crueles enfermedades sin la posibilidad de acceder a tratamientos alternativos en aquellos casos que no respondían a las terapias convencionales”.
El aceite de cannabis generalmente se usa para aplacar dolencias o tratar convulsiones; para enfrentar mejor un cáncer o el VIH; en algunos casos es recomendado para combatir cuadros de esclerosis múltiple, artritis, glaucoma, dolor crónico, la enfermedad de Alzheimer, mal de Parkinson, depresión, epilepsia refractaria o autismo, entre otros.
De esta forma, Honores se suma al beneplácito de organizaciones como Mamá Cultiva o Cameda, que “promovieron y lucharon para que la Argentina, de una vez por todas, tenga una legislación que permita y regule el uso del aceite de cannabis con fines medicinales”