Lorenzino: “Hay que hacer fácil y amigable al Estado”

El Defensor del Pueblo bonaerense, Guido Lorenzino, cerró la primera temporada de Podrán Defendernos, donde hizo un repaso de lo que dejó 2024 para el organismo y también analizó la actualidad, el rol del Estado y su mirada personal respecto al rol que le toca cumplir.

Balance

Fue un año raro, de muchas angustias, pero con poca movilización en el reclamo. En 2017, por ejemplo, con tarifazos menores a los de ahora hubo más reclamos, más cautelares, ahora no. Vamos viendo el proceso de la sociedad en función de lo que va pidiendo, qué cosas va reclamando, por lo que observamos un nuevo fenómeno a nivel nacional y que obviamente tiene impacto concreto en políticas públicas, en recortes, limitaciones de derechos. Nosotros tenemos un rol en la medida de que también haya más masa social, haya reclamo, hay contundencia. No hay entusiasmo por el reclamo a nivel social, estamos en un momento en el que la gente lo vive desde otro lugar.
Seguimos con la expansión territorial, que es una de nuestros desafíos desde el comienzo, con capilaridad, presencia, con mirada local.

Pensar el rol del Estado

A la Defensoría la gente no se acerca de una, sino cuando rebotó en otros lugares, con el enojo, con la angustia, el rechazo. Por eso la empatía para nosotros es clave. Es una cuenta pendiente de los distintos organismos públicos nacionales, provinciales y municipales el empezar a tener una mirada más fácil. Nosotros tratamos de desburocratizar, ser fáciles para el reclamo, no pedimos papeles, no pedimos fotocopias, porque nos parece que la gente tiene que venir con el reclamo y nosotros tratar de ver, con los elementos que tenemos, cómo lo canalizamos.
Hay que hacer fácil y amigable al Estado, sino vienen las voces como las que estamos escuchando de que está todo mal, que nada se resuelve. Como creo que el Estado tiene que tener un rol muy activo en todo lo relacionado a la promoción de derechos, también el Estado tiene que ser eficiente, tener un rol, empatía, tener cara, ser fácil.
Es parte de la cuenta pendiente, es parte lamentablemente del discurso dominante que gana y nos hace creer en eso porque también hay algo de realidad, hay algo de maltrato, hay algo de burocracia, de falta de tecnología, de falta de eficacia, por eso tenemos que hacernos cargo y, cuando nos toque una responsabilidad, todo lo que creemos que hay que modificar, hacerlo.
Atender las 24 horas, todos los días del año, es parte de esto que la gente necesita. La gente trabaja diez horas por día, llega a las siete de la tarde y tiene un quilombo, ¿tiene que pedir el día de trabajo, tomarse un colectivo, ir para resolverlo? Hoy todavía siguen las colas en los hospitales, lo que es inaceptable, está mal haga quien lo haga.
Hoy con la tecnología, con todo lo que la gente usa, no es un problema de plata, es un problema de decisión de organizar los recursos en función de cómo administrar el Estado.
Concientizar, reflexionar, construir números, construir información, que también a veces es algo bastante precario en el Estado: no hay información, no hay estadística, entonces después nos van vendiendo números que no sabemos de dónde salen, estadísticas que no sabemos quién las hace, con nombres rimbombantes, y nos inventan números y situaciones. La Defensoría ahí también ha marcado un camino, es parte de nuestro trabajo para que todo el que tiene que tomar decisiones tome la mejor posible.

Una mirada personal

De todas las responsabilidades públicas que he tenido, y fueron varias, la Defensoría es el lugar que más me interpeló a nivel personal, que me hizo cambiar miradas en cosas que hice o fui o tuve a cargo y que hoy seguramente no las haría de la misma manera.
No soy de los que creen que si volviera a nacer haría todo lo mismo, sino que habría cosas que no haría, errores que no cometería, me parece que es parte de la evolución de uno, y la Defensoría me hizo cambiar muchas miradas en todo sentido, en la mirada de género, la mirada de la inclusión, la mirada del respecto, de la del rol del Estado, porque desde acá interpelás mucho al Estado. La Defensoría te permite no ser un temerario en la crítica, porque no es mi rol tampoco, pero sí creo que uno puede sugerir, mirar, pensar, reflexionar y también atravesar a los que tienen responsabilidades acá.
La Defensoría te permite, al ser un trabajo diferente, porque sos el Estado pero no tenés la responsabilidad de gobierno, tener esta posibilidad de entrar y salir de los temas, siempre con responsabilidad.
He aprendido mucho a decir la verdad, a ser claro con la gente, el tiempo de las personas vale tanto como el mio. Si la sociedad, si el Estado, si los que tenemos responsabilidades le hiciéramos perder menos tiempo a la gente, menos cola, menos turnos, menos mentir, sería todo mucho mejor.
La Defensoría te permite esa vuelta y construir algo que funcione mejor. A mi cuando los funcionarios hablan en difícil, con palabras que no son las que usa la gente, me cuesta creerles, no me gusta. Hablá fácil, ¿por qué hablás en difícil? Yo respeto mucho a la gente que habla fácil y que saben mucho, generalmente los que hablan difícil es porque saben poco.

Lo que viene

Para el futuro me imagino a la Defensoría corrigiendo o haciendo cosas nuevas cuando algo no funcione. Ahora estoy contento con lo que está funcionando en temas tecnológicos, en temas de expansión, en temas de recursos humanos, en los talleres que damos y creo que hemos sido bastante novedosos en buscar maneras alternativas de comunicación.Profundizaremos por el camino que vamos que a mi gusto está bueno.

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