El proyecto está vinculado a los inicios de la Defensoría, cuando un numeroso grupo de personas comenzó a circular por sus pasillos en busca de contención, de un refugio, de un café. Hoy, referentes del Área Social y Medio Ambiente, los guían en los conocimientos del aprovechamiento del suelo, del agua y otros recursos, para luego aplicarlos
Trabajar la huerta en equipo como espacio para la comunicación, donde se valoran los conocimientos que traen las personas y se producen alimentos sanos, es la propuesta de integración que lleva adelante el Área Social de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, a través del taller y producción de cultivos orgánicos.
El proyecto está vinculado a los inicios de la Defensoría, cuando un numeroso grupo de personas comenzó a circular por sus pasillos en busca de contención, de un refugio, de un café. Hoy, referentes del Área Social y Medio Ambiente, los guían en los conocimientos del aprovechamiento del suelo, del agua y otros recursos, para luego aplicarlos en su núcleo social y familiar.
"La integración de las personas alrededor del trabajo de la huerta rompe el círculo de soledad y la falta de autoestima que acompaña la desocupación", explica Diego Mendoza Peña, uno de los referentes del Área Social, "es un lugar de reunión, donde las personas cuentan sus saberes y son escuchadas".
La iniciativa se plasmó en una pequeña parcela, en la sede de la Defensoría en calle 54, de La Plata. Todos los viernes, la bióloga Marisol Martínez Borda ofrece conocimientos sobre el cultivo de la tierra, el secado de semillas, las plantas de cada estación, sus beneficios, la eliminación de plagas sin agroquímicos y conceptos vinculados al cuidado del medio ambiente.
Uno de los desafíos que planteó el proyecto fue el del mantenimiento del espacio: "entre todos logramos sostener la huerta. Todo aquel que se acerca a la Defensoría aporta algún trabajo de mantenimiento, limpieza, cuidado o riego", resaltó la responsable del Área Social, Noemí González.
Actualmente, las labores de la huerta pasan por cuidar los cultivos de invierno, que incluyen espinaca, lechuga, zanahoria, repollo, brócoli, rabanitos, puerro, ajo, entre otros. Y en ese contexto, Martínez Borda aprovecha destacar que "todos tenemos el derecho a comer alimentos sanos", subraya Martínez Borda.
Otro capítulo en este proyecto es el uso medicinal de las plantas aromáticas, en donde cada participante comparte sus conocimientos. De esta manera, se habla sobre las propiedades digestivas del romero, el cedrón y el curry, los principios de la melisa - se usa como calmante-, el ajenjo, como antiparasitario. "Todos traen un saber que quieren compartir con sus compañeros", resalta la bióloga.
La idea de la Defensoría es sumar a más personas y poder trasladar esta experiencia a otros puntos de la Provincia. "Es una manera de promocionar el consumo responsable, ayudar al medio ambiente y brindar herramientas concretas de inserción social", concluyó Mendoza Peña.
El proyecto está vinculado a los inicios de la Defensoría, cuando un numeroso grupo de personas comenzó a circular por sus pasillos en busca de contención, de un refugio, de un café. Hoy, referentes del Área Social y Medio Ambiente, los guían en los conocimientos del aprovechamiento del suelo, del agua y otros recursos, para luego aplicarlos en su núcleo social y familiar.
"La integración de las personas alrededor del trabajo de la huerta rompe el círculo de soledad y la falta de autoestima que acompaña la desocupación", explica Diego Mendoza Peña, uno de los referentes del Área Social, "es un lugar de reunión, donde las personas cuentan sus saberes y son escuchadas".
La iniciativa se plasmó en una pequeña parcela, en la sede de la Defensoría en calle 54, de La Plata. Todos los viernes, la bióloga Marisol Martínez Borda ofrece conocimientos sobre el cultivo de la tierra, el secado de semillas, las plantas de cada estación, sus beneficios, la eliminación de plagas sin agroquímicos y conceptos vinculados al cuidado del medio ambiente.
Uno de los desafíos que planteó el proyecto fue el del mantenimiento del espacio: "entre todos logramos sostener la huerta. Todo aquel que se acerca a la Defensoría aporta algún trabajo de mantenimiento, limpieza, cuidado o riego", resaltó la responsable del Área Social, Noemí González.
Actualmente, las labores de la huerta pasan por cuidar los cultivos de invierno, que incluyen espinaca, lechuga, zanahoria, repollo, brócoli, rabanitos, puerro, ajo, entre otros. Y en ese contexto, Martínez Borda aprovecha destacar que "todos tenemos el derecho a comer alimentos sanos", subraya Martínez Borda.
Otro capítulo en este proyecto es el uso medicinal de las plantas aromáticas, en donde cada participante comparte sus conocimientos. De esta manera, se habla sobre las propiedades digestivas del romero, el cedrón y el curry, los principios de la melisa - se usa como calmante-, el ajenjo, como antiparasitario. "Todos traen un saber que quieren compartir con sus compañeros", resalta la bióloga.
La idea de la Defensoría es sumar a más personas y poder trasladar esta experiencia a otros puntos de la Provincia. "Es una manera de promocionar el consumo responsable, ayudar al medio ambiente y brindar herramientas concretas de inserción social", concluyó Mendoza Peña.